Por Juan Manuel García García
Será la de Paris 2024 la Olimpiada sin pandemia?
¿O serán los juegos de la nueva normalidad?
Japón dijo adiós a los deportistas que asistieron a la celebración de la edición de los XXII Juegos Olímpicos de la era moderna con una ceremonia de clausura en el Estadio Tokiota, que al igual que en la inauguración, faltó la presencia de público en las gradas, es decir, a pesar de la emotividad mostrada por los deportistas participantes, faltó el calor y el color que hemos atestiguado en las tribunas en las anteriores justas deportivas de este tipo.
Claro que estaban presentes en el inmueble los directivos al frente de las respectivas delegaciones que acudieron a la justa deportiva; los representantes de los medios de comunicación acreditados por el Comité Olímpico Japonés y el personal de apoyo que de manera voluntaria aportaron sus servicios en la logística, monitoreo y asistencia, como traductores e intérpretes, a las diferentes delegaciones, pero a decir verdad, la algarabía generada por el limitado número de todos ellos no fue la misma que se hubiera vivido con aficionados abarrotando las tribunas, pero como ya se sabe, la pandemia provocada por el covid-19 obligó a las autoridades a cerrar los estadios al público ante el rebrote del virus en la capital nipona.
Y es precisamente esta circunstancia la que da origen al encabezado de esta entrega, toda vez que de acuerdo con diferentes opiniones de los especialistas en el tema del virus, señalan que ante los rebrotes con nuevas variantes de la cepa original del coronavirus en todo el mundo, va a pasar mucho tiempo, años quizás, para que la población pueda volverse inmune a los efectos y secuelas provocadas por el covid.
Por lo pronto, al haberse postergado un año la celebración de estos juegos –que fue el tiempo considerado por la OMS para el control, vía vacunación de la población-, se pudo constatar que no fue suficiente el plazo y que la propagación se mantiene latente, de tal manera que hasta la preparación de los deportistas para la nueva justa olímpica, será complicada, amén de que países como México, que carecen de los recursos médicos y asistenciales a causa de la crisis económica provocada por la pandemia, como para asistir a los eventos deportivos de la región, como son los Juegos Panamericanos y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que precisamente son los que sirven de referencia para definir a los posibles participante en los JJ.OO.
Entonces, de acuerdo con lo anterior, ¿será que mientras este virus no se erradique del planeta las competencias -al igual que los procesos eliminatorios- se llevarán a cabo, de acuerdo a la “nueva normalidad”, en estadios vacíos y en las llamadas “burbujas de seguridad”?
Y si a esto, amables lectores, agregamos la desaparición en México del FODEPAR (Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento) un fideicomiso que otorgaba becas a los mejores atletas del país y a los medallistas de Juegos Olímpicos y Paralímpicos de México, organismo creado en 1998 con la intención de ser un apoyo económico para los deportistas que alcanzaran resultados de calidad mundial, y a pesar de que su nacimiento trajo consigo mejores participaciones en justas como Juegos Olímpicos, el año pasado fue desaparecido en esta administración –como muchos otros fideicomisos- por la Cámara de Senadores, ante la supuesta percepción de las autoridades de que habían caído en irregularidades en la administración de los recursos aportados.
Sin embargo, antes de tomar la decisión de desaparecer el FODEPAR, las autoridades responsables no tomaron en cuenta que a partir de su creación, los deportistas apoyados por este fideicomiso, sí obtuvieron mejores resultados en las competencias olímpicas, no como en esta ocasión, que la cosecha se limitó a cuatro preseas de bronce, que a los ganadores seguramente les debe de llenar de orgullo, como a un servidor, porque representan el premio a su dedicación y esfuerzo, pero para los entrenadores y directivos, las expectativas contemplaban también oro y plata, sin tomar en cuenta que las limitantes económicas para su preparación se iban a reflejar en la culminación de este proceso olímpico.
En conclusión, cualquier deportista siempre aspira a ubicarse entre los mejores, pero cando no se cuenta con la infraestructura necesaria para su práctica, la situación se complica demasiado y si a esto se le agrega la cancelación de su beca deportiva, entonces, por más disciplina, coraje y carácter que imprima a su preparación, los resultados no reflejarán el esfuerzo dedicado a cada competencia…
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