De vuelta a la carga
Por Juan Manuel García García
No fue uno…
Tampoco fueron dos…
Ni tres o cuatro…
Fueron cinco…
Sí, fueron cinco los meses que duró el obligado receso que me mantuvo alejado del teclado a consecuencia de la permanente lucha entre el cuerpo y la mente de un servidor.
Hoy retorno a la actividad periodística después de una artroscopía en el hombro derecho, de un pre-infarto en la mesa de operaciones, de 30 sesiones de terapia física –más las que faltan-, de una incipiente artritis reumatoide y una pandemia que nos tiene enclaustrados y aunque todavía me falta alcanzar el alta médica, por fin me siento con la estabilidad emocional para volver a la carga y retomar, con mucho gusto y singular alegría, la relación editorial con los amables lectores, con quienes comparto el amor por el deporte, en cualquiera de sus expresiones…
¿Estamos?
Nadal, instalado en semifinales del Abierto de tenis de Australia, aprovecha la oportunidad que le brindó, con su capricho, Novak Djokovic
A propósito de la pandemia mencionada en el párrafo anterior, además de los consejos, indicaciones o prescripción médica, cada uno de los habitantes de este planeta, sin importar nacionalidad o creencia religiosa, está en su derecho de decidir que entra a su cuerpo, ya sea alimentos, medicamentos o, como es el caso que nos ocupa, cualquier tipo de vacuna.
Cuando se es menor de edad, los padres asumen la responsabilidad de decidir por ellos, pero una vez que de manera oficial se adquiere la mayoría de edad, toca a cada quien asumir esa responsabilidad independientemente de que su decisión sea o no avalada por sus progenitores, autoridades civiles, religiosas o sanitarias.
Sin embargo, cada país puede establecer sus propias estrategias sanitarias para contener, en principio, cada brote viral como el coronavirus, enseguida estableciendo un protocolo de atención y por último, aplicando la vacuna respectiva como medida de prevención para futuros contagios tomando en cuenta el interés público sobre el particular.
¿Qué significa eso?
Que tu derecho a exigir que se respete tu decisión de no vacunarte, en su caso, se acaba cuando está en juego el derecho de los demás.
Me explico: cada país, dentro de su protocolo de seguridad sanitaria establece diferentes medidas para proteger la integridad física y mental de sus habitantes, para lo cual establece medidas de control para las personas que traspasen sus fronteras, ya sea por turismo, por actividades deportivas o económicas -así como lo hicieron las autoridades australianas- con el único requisito de que antes de pisar su suelo, cada visitante tiene la obligación de presentar su certificado de vacunación además de una prueba PCR aplicada por lo menos dentro de las 48 horas previas al arribo de los visitantes.
¿Y entonces, qué fue lo que determinó la expulsión de Djokovic del territorio australiano?
Que se quiso pasar de listo y engañar a las autoridades de inmigración aduciendo que contaba con una exención médica otorgada por los responsables del Grand Slam australiano ya que el tenista había superado un contagio anterior, pero nunca dijo que había abandonado la cuarentena cuando era atendido en su país de origen, lo cual, a su vez, ya le merecía una sanción por parte de las autoridades serbias.
Pero el asunto no paró ahí porque ante la primera negativa para concederle la visa apeló ante las autoridades judiciales australianas y ante el fallo a su favor, enseguida fueron las autoridades del país anfitrión quienes se fueron a la segunda instancia y lograron lo que en derecho justificaba su negativa de concederle la visa, de tal suerte, que no le quedó más al jugador que reconocer que incurrió en una falta y asumir su responsabilidad ante la expulsión de ese país y la cancelación por tres años de su visa por parte del gobierno Australiano, aunque posteriormente trascendió que únicamente sería por un año.
Aquí lo importante es destacar las consecuencias deportivas de su capricho, pues además de la mala, o más bien malísima imagen que dejó no solo en el ambiente deportivo, sino ante la opinión pública, con su injustificado accionar le dejó las puertas abiertas a Rafael Nadal, instalado ya en la ronda de semifinales, para que éste se proclame como el primero de los tres grandes (Roger Federer, Djokovic y el propio jugador español) en llegar a 21 títulos de Grand Slam conseguidos en su carrera, ya que hasta el día de hoy, cada uno suma 20 trofeos de estos prestigiados torneos.
Cabe señalar que además de los problemas físicos derivados en cirugías de rodilla y sobre todo por la edad (39 años) es casi seguro que el retiro de Federer está cercano, de ahí que la lucha por acumular más títulos de Grand Slam se desarrolle entre el jugador serbio y el español, que como ya señalamos, en este momento es el único con posibilidades reales de ejercer la supremacía ante la obligada ausencia del tenista suizo y del denostado por tramposo Novak Djokovic, a quien el gobierno australiano respetó su decisión de no vacunarse, pero éste no respetó el derecho de las autoridades de este país de exigirle, por la seguridad de los demás tenistas y de su población en general, su certificado de vacunación para ingresar a la tierra de los canguros, ornitorrincos y de los osos koala, entre otros interesantes representantes de la fauna local…
Vale…
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